Cuando el reloj marcó las tres de la mañana, los habitantes de Saint-Roch fueron arrancados de su sueño por los espantosos alaridos procedentes del cuarto piso de la casa donde vivían la señora L’Espanaye y su hija, la señorita Camille L’Espanaye.
Como fue imposible abrir la puerta de la casa, se forzó con una ganzúa y finalmente entraron ocho o diez vecinos en compañía de dos policías. Ya no se escuchaban gritos, pero mientras el grupo subía por la escalera se oyeron dos o más voces que discutían violentamente en la parte superior de la casa. Al llegar al segundo piso, las voces callaron otra vez.
Los vecinos se separaron y recorrieron todas las habitaciones. En la parte posterior del cuarto piso encontraron una recámara cerrada con llave por dentro, por lo que forzaron la chapa. Cuando entraron, vieron un espectáculo que les produjo tanto horror como estupefacción.
El lugar estaba en el mayor desorden, como si un fuerte viento hubiera provocado destrozos: los muebles, rotos, habían sido lanzados en todas direcciones. Un colchón aparecería a la mitad del piso. Sobre una silla, había una navaja manchada de sangre. Donde inicia la chimenea, se encontraron dos o tres largos espesos mechones de cabello humano igualmente empapados en sangre. En el piso había tres cucharas de plata, joyas y dos sacos que contenían casi cuatro mil francos de oro. Los cajones de una cómoda estaban abiertos y aparentemente habían sido saqueados, aunque quedaban en ellos numerosas prendas.
A pesar de la intensa búsqueda, no se encontró a ninguna de las habitantes de la casa. Como se descubrió una gran cantidad de hollín, se procedió a registrar la chimenea. Se encontró (¡cosa horrible de describir!) el cadáver de la hija cabeza abajo. Había sido forzado por la estrecha abertura y empujado hacia arriba con enorme fuerza. El cuerpo estaba aún caliente. Al examinarlo se advirtieron en él numerosas heridas, producidas, sin duda, por la violencia con que se había introducido y por la que requirió arrancarla de allí. Se veían profundos arañazos en el rostro, y en la garganta había contusiones negruzcas y huellas de uñas, como si la víctima hubiera sido estrangulada. Luego de buscar cuidadosamente en cada porción de la casa, sin que apareciera nada nuevo, los vecinos se introdujeron en un pequeño patio de la parte posterior del edificio y encontraron el cadáver de la anciana señora, quien había sido degollada tan salvajemente que, cuando se levantó el cuerpo, la cabeza se desprendió del tronco. Horribles mutilaciones marcaban la cabeza y el cuerpo, y este último apenas presentaba forma humana. Hasta el momento no se ha encontrado la menor clave que permita solucionar tan horrible misterio.
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El lugar estaba en el mayor desorden, 7 como si un fuerte viento hubiera provocado destrozos: los muebles, rotos, habían sido lanzados en todas direcciones. Un colchón aparecería a la mitad del piso. Sobre una silla, había una navaja manchada de sangre. 8 Donde inicia la chimenea, se encontraron dos o tres largos espesos mechones de cabello humano igualmente empapados en sangre. En el piso había tres cucharas de plata, joyas y dos sacos que contenían casi cuatro mil francos de oro. Los cajones de una cómoda estaban abiertos y aparentemente habían sido saqueados, 9 aunque quedaban en ellos numerosas prendas.
10 A
pesar de la intensa búsqueda,
no se encontró a ninguna de las habitantes de la
casa.
11 Como
se descubrió una gran
cantidad de hollín, se procedió a
registrar la chimenea. Se encontró (¡cosa horrible de describir!)
el cadáver de la hija,
cabeza abajo. Había sido forzado por la
estrecha abertura y empujado hacia arriba con
enorme fuerza. El cuerpo estaba aún caliente.
12 Al
examinarlo se advirtieron en él
numerosas heridas, producidas, sin duda, por
la violencia con que se había introducido y por
la que requirió arrancarla de allí. Se veían
profundos arañazos en el rostro, y en la garganta
aparecían contusiones negruzcas
y huellas de uñas, 13 como
si la víctima hubiera
sido estrangulada. 14 Luego
de buscar cuidadosamente en cada porción de la casa,
sin que apareciera nada nuevo, los vecinos
se introdujeron en un pequeño patio de la parte
posterior del edificio y encontraron el cadáver
de la anciana señora, quien había sido degollada
tan salvajemente
que, 15 cuando
se levantó el cuerpo,
la cabeza se desprendió del tronco.
Horribles mutilaciones aparecían en la
cabeza y en el cuerpo, y este último apenas
presentaba forma humana. Hasta el momento no se ha encontrado
la menor clave que permita solucionar tan horrible misterio.
NARRACIÓN DE LOS EVENTOS | DESCRIPCIÓN DE LOS CUERPOS | POSIBLES MOTIVOS DEL ASESINATO |
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